Polònia, el Musical

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Foto Jover

 

 

Ayer fuimos, con la família a ver el musical que los Sres. (no me atrevo a llamarles chicos) de Polònia (Minoria Absoluta), nos regalaron.

 

No entraré en la parte de crítica artística porque no es mi tema. Me lo pasé muy bien, y punto. Pero sí entraré en la parte de ridicularización de los personajes de la política catalana que fueron apareciendo.

 

Desde momentos antes de empezar la función, en que la voz de Pujol nos invitaba a apagar los móviles, vigilar las carteras y enviarnos a la mierda de parte de su Sra. Marta, hasta la llegada de Artur Mas con música del “Hossanna” de Jesucristo Superstar o a la patética imagen de Junqueras vistiendo de rey, fue desarrollándose una parodia que, en otros lugares, y de no ser por ellos, se tacharía de cruelísima. Afloraban a borbotones las miserias de dieciséis prohombres (y promujeres) de la política y la sociedad catalana. Jocoso fue, sí,... pero también con bisturí del cirujano.

 

Al acabar, y revisadas las carencias que realmente tiene cada sujeto público, salimos todos perdonando muchas de sus miserias y la mayor parte de sus errores. Es decir, viendo la dura crítica y el esperpento, sentimos complicidad y cariño hacia los personajes reales. Lo que podríamos definir, casi, como una variante del “síndrome de estocomo”.

 

De vuelta a casa, me vinieron a la memoria algunas de las conversaciones que tuve con alguien que, el el Colegio de Abogados de Barcelona me intentó dar unas clases de Sociología, Mariano de la Cruz, el psiquiatra de referencia en Barcelona y España de mediados - finales del siglo XX.

 

Aprendí que “Nada es mejor para gestionar y conseguir el liderazgo de un grupo heterogéneo, que una crítica pública, dura e injusta sobre uno mismo”.

 

Traspuesta la idea a la sociedad actual, ésa es una de las explicaciones de la solidez sociológica de los “prima donna”políticos catalanes. La crítica diaria, es severa, dura, irónica y pública. Y eso los hace más de la família, no en el sentido mafioso del término, sino en el entrañable. De ello, que una crítica venida de fuera de la “familia” siempre sonará interesada, incompleta o fraudulenta. De ello también que, a veces, los beneficiados caen en la ridiculez y el espantajo, hablando, por ejemplo, de “los de casa”.

 

Hasta ahora, en el resto de España, el fenómeno explicado ha sido imposible de reproducir. Los intentos que se hicieron, tanto por parte de la factoría del “Minoría Absoluta”, como del “Terrat”, no sólo no tuvieron éxito, sino que los poderes políticos se lo tomaron mal, muy mal. Y afloraron comentarios absolutamente racistas contra esos «cómicos catalanes que aprovechaban los medios para insultar la inteligencia de los españoles»

 

Pero este fin de año ha brotado un estallido de luz. El especial de fin de año de José Mota, con una parodia política aunque no llega aún a la carga de los «polacos», sí ha conseguido dar un paso adelante. Sé también que en muchos sectores lo han considerado una irreverencia... pero vamos por buen camino.

 

Josep Jover